


Reseña biográfica de Graciela María
Casartelli
Graciela María, nació Córdoba, Capital (Argentina), donde reside actualmente.
Es Licenciada en Psicología y Magíster en Ciencias Sociales (Universidad
Nacional de Córdoba) y su vida profesional la ha desempeñado en los ámbitos
estatal y privado, dedicándose fundamentalmente a la Gerontología e
Investigación Social.
Su vida se ha visto marcada por cambios abruptos, con tantos logros como
desilusiones, los que han impulsado una búsqueda espiritual madura, desafiando
lo que ha considerado certero en las vueltas de su rumbo...
Desde niña, tuvo afición por la música, el canto, la prosa poética y la llamada
"poesía libre"; mientras que en los albores de su vejez ha optado por la pintura
y la comunicación social; siendo la creadora de la Web “Vida Reflexion”
http://vida-reflexion.webcindario.com/index.html dedicada a la literatura en
todos sus géneros y al arte.

El mundo del asombro
He tratado de hallarme,
en lo que implica una pared de dudas,
sobre lo inexistente…
He encontrado el sabor de la esencia;
paladeando, mis tardes solitarias.
Me brindo a quienes se me acercan
sin deudas ni precios;
mientras escojo las alas
de la inocencia tardía,
que no tiene nido
entre las paredes,
del mundo del asombro.
Dibujo una vela encendida.
Acomodo los lienzos de mi sonrojo;
escondiendo mi carne invadida
de deseo.
Cubro mis ojos para que no profanen,
la lucha de las mañanas
incineradas
en cuerpos mágicos de ausencia.
Sobrevivir al claustro de los años;
a saber que nunca más
mi boca probará el elixir del deleite.
Al tiempo, que la piel de las manos
se va surcando
y en sus líneas, una cruz esquiva
se agudiza.
Entre los lindes del mundo
del asombro,
toda mi fealdad defraudada,
se incrusta como catapulta;
dibujando indulgencias
no concedidas.
La llama ferviente que clama al cielo
por el transcurrir de los días,
tratando de explicarme
lo inexplicable
concediéndome el alivio
para mis dones
y todos mis fracasos…
Autor: Graciela María Casartelli
Córdoba, Argentina.

La partida
El día de la partida.
La vida, en mi valija encerrada.
Muchas cosas exuberantes por tu trascendencia
y su belleza;
inseparables, dobladas, compresas unas con otras;
insignificantes.
Mi bagaje conteniendo mi mundo;
el alma, los sentimientos, cuanto hice.
El día que renuncié a todo lo que me había dado gozo
… y tristeza.
El día que perdí mis puertos y con velas altas,
en el mar bravío, arrojé las anclas,
quedándome sin horizontes visibles; ni islas,
sin brújula, ni pájaros,
orientando el mediodía.
Transcurrido poco tiempo, tal era frío,
que cuanto había a mano, lo consumí de a poco;
incluso las maderas de las cubiertas.
Hasta mi valija, puse en la fogata matutina,
para dar calor a mis huesos.
Mejor hubiera sido, no tener bagaje.
Mejor hubiera sido, dormitar en senderos solitarios;
sin destino.
Mejor hubiera sido, arrojarme al mar,
hasta hundirme.
¡Pero no, la peripecia del navío!
Es la tormenta, la que embandera el emblema
del dolor,
y en brújula el timón convierte,
sin pedir nada.
La fe de un horizonte nuevo,
con muchas luchas,
con muchas costas y selvas que ganar.
Un intrincado corazón que no conozco,
pero titila en la señal de un tesoro por encontrar.
El día de la partida, es mi día del
reencuentro.
Es el camino incierto de los cuentos infantiles,
con un dulce final.
La valija que perdí y el encuentro
de un tesoro sublime:
La verdad.
Algo que no se dobla ni se comprime.
La verdad de encontrar mi propio equipaje,
muy lejos de aquél, que perdí en el mar.
Lo encuentro con muchas partes crucificadas,
quizás;
o con expectativas dispersas;
pero embebido en mi nueva realidad.
No perderé esta maleta, que encontré
en este nuevo mundo,
aunque en el cielo no me admitan con ella.
Es el soplo humano, el que hoy me abre los ojos.
¡No me los cierres tú, mañana!
Autor: Graciela María Casartelli
Córdoba, Argentina.

Crepuscular…
Recuerdas, luz de sol,
cuando habitamos este lugar…
Tu boca acercándose a la mía.
Y la mía, sedienta de la tuya…
Plenos de ilusiones.
Debíamos mantener las alas con cordeles;
para que no se perdieran de nuestra vista…
Inflamadas, unidas,
podíamos colgarnos de ellas;
dando vueltas entre los cielos.
Hamacábamos las ansias,
en sillitas iridiscentes.
Insuflábamos los jóvenes corazones,
para que en el galope,
volaran juntos…
Habíamos construido nuestra casa
en el pino alto;
sus ramas eran las habitaciones.
Las flores que juntábamos,
el diario alimento y
nuestros besos, la cena en la mesa…
La luna, farol de noche y
las estrellas, adornos de la sala…
¡Qué tiempos, luz de sol…!
Los días eran cortos y
siempre escasos,
para albergarnos.
Nos deleitábamos en aquel mundo,
tan lejano y confuso…;ahora.
Quién diría, que hoy, apenas
mi mente te dibuja,
irreconocible, opaco.
Quién diría, que te amé con locura…
Púberes de alma y de cuerpo.
Recuerdas, luz de sol,
cuando habitamos este lugar…
Éramos casi niños, derrochando alegría;
con los ojos nuevos…
Ahora, otra vez aquí,
mi mano te dibuja,
en los contornos de los rayos,
que van desapareciendo,
en crepuscular…
Luz de sol,
Cuánto quisiera soñar que me acompañas
Todavía…
Y que ese mundo que un día fue,
sigue existiendo…
Autor: Graciela María Casartelli
Córdoba, Argentina, 2012

Site da autora:
http://vida-reflexion.webcindario.com/index.html

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